domingo, julio 02, 2006

La Gente no mira para arriba.


LA GENTE NO MIRA PARA ARRIBA

Escribir, obliga a recordar con precisión.
Y la verdad es que el episodio fue tan inusual que merece ser contado en detalle.

Esto es real, me ocurrió hace poco tiempo, pero para ser contado como corresponde debo hacer una pequeña introducción-
Hace un millar de años, siendo yo todavía alumno de la prestigiosa Escuela Argentina Modelo, cursando por aquellos púberes días el segundo año, apareció una bonita tarde de marzo, un señor de aspecto apacible, pelo cano, pero escaso y nariz prominente, pequeño, y delgadísimo.
Su primera aproximación al enjambre de insultantes adolescentes en celo, no pudo ser más asincrónico con su apariencia.
Buenos días, dijo.....Soy el Arquitecto Paricio!... dicho esto, con un rápido ademán cruzó los faldones de su saco uno sobre otro, cubriéndose el cuello como si fuera un monje benedictino apresado en matambre y vociferó, con los ojos encendidos como brasas....” De Qué color es mi corbata?!!!!!!
Fue tal el asombro del su juvenil público que logro mantenernos en un atónito silencio por varios minutos... lo que lo llevó a reiterar la inquisitoria, cada vez más persuasiva, cada vez más hiriente....
Empezamos a adivinar, tímidamente, sin tener la menor idea de qué carajo estaba pasando, salvo que en principio estábamos conociendo a nuestro nuevo profesor de dibujo, y el tipo parecía que estaba total y definitivamente fuera de sus cabales.

-azul... verde... rosa.... amarilla....naranja.... fuimos tirando........ para terminar no adivinando ninguno.
Finalmente el tipo se aplacó, y nos mostró orgullos una horrible corbata marrón, pero en definitiva, había logrado su punto.... nos había captado la atención y además nos demostró de una, cuán escaso es el poder de observación de la mayoría.
El tipo sabía de lo que hablaba, y nos enseñó que una buena manera de ejercitar ese poder de observación y de disfrutarlo era tratar de caminar por la calle con la mirada bien erguida, y en lo posible, mirar cada vez que pudiésemos hacia arriba. DE esa manera descubriríamos a demás una ciudad que nos era desconocida. La Buenos Aires de las fachadas históricas y sensacionales, la de las cúpulas exóticas, la de los hermosos techos de pizarra.
Y tenía razón. La gente en general se pierde de muchas de esas cosas, porque generalmente va ensimismada en sus cosas, mirando sus pies, o simplemente las baldosas de la vereda, cuando hay.

El viernes pasado, llegué a mi casa sobre las siete y media.

Es un horario medio temprano, para mi, porque generalmente no llego antes de las ocho.
Sabía que Iba a estar solo, sin embargo, me sorprendió llegar y encontrar todas las luces de la casa apagadas, ya que María y los chicos tenían un cumpleaños afuera, y no llegarías hasta más tarde y porque Mary la mucama debía estar en la casa.
Supuse que María la había mandado a algún lado, a comprar alguna cosa, pero luego deseché la idea, porque la bruja no le da a la maid ni cinco centavos para comprar papel higiénico.
Así que llegué a la conclusión, que la mina se las había tomado por las suyas, por ahí a hacer algún trámite, o qué se yo.
No me importó demasiado, así que me metí en la habitación con la idea de darme un baño.
No había llegado a sacarme siquiera la camisa cuando empecé a escuchar un insistente golpeteo, como si alguien se hubiera quedado encerrado en el ascensor o en algún placard, o en el baño.
Empecé a hacerme las ideas más inverosímiles, ya que recién había entrado en casa, tenía bien en claro no hacer cerrado con llave la puerta del ascensor, no obstante lo cual me acerque para comprobar que no era de allí de donde venían los golpes.
Entonces imaginé lo peor. Habíamos sido asaltados. Y la maid estaba encerrada en el baño principal, o no... seguro en que en el de servicio... o en el toilette, y por ahí los chorros estaban todavía en la casa, y mientras iba de un lado a otro, para comprobar que no había nadie ni en mi baño, ni en el de servicio ni en el toilette, me daba cuenta que la casa podía estar llena de delincuentes, facinerosos, secuestradores, violadores y otras yerbas, razón por lo cual comencé a transpirar furiosamente, al tiempo que intentaba determinar si faltaba algo de valor, lo que no lograba verificar en lo absoluto. Mientras ocurría a todo eso, el golpeteo, seguía incesante, lo que me ponía aún mas nervioso al borde de la exasperación porque me resultaba imposible determinar de dónde mierda venía el maldito repiqueteo.

Volví al living, que tenia todas la luces apagadas , y pensé, por primera vez, en el balcón, lugar el cual accidentalmente pudo haber quedado atrapada la chica, si la puerta se hubiera cerrado en un portazo, por ahí en un golpe de viento, pero yo sabía que no podia ser porque no había manera de que se trabar desde afuera.....pero no.

Y allí fue que la vi, al darme vuelta sobre mi izquierda, y observé la ventana lateral, que no tiene balcón sino tan solo un angosto macetero y una reja alta, de seguridad para que no se trepen los niños.
Una sombra ominosa, se deplegaba sobre la ventana a contraluz de las mortecina claridad del atardecer que se suele filtrar por el ventanal de la torre que da al oeste. Una gigantesca araña de cuatro patas cubría todo el primer paño de vidrio.
La sangre se me congeló al tiempo que se me paraban todos los pelos desde la nuca hasta el culo.
Me fui acercando cautelosamente, al tiempo que mis ojos se acostumbraban a la semipenumbra.
De a poco advertí que uno de los brazos de la gigantesca tarántula se cerraba en un diminuto puño que golpeaba la ventana frenéticamente. Me acerque un poco más, medi muerto de miedo, medio hipnotizado por la curiosidad.
Y allí estaba Mary, la mucama, parada del lado de afuera, sobre los escasos diez centímetros de ancho que tienen las macetas que albergan los nobles malvones porteños que Maria Eugenia cultiva no sin cierto desapego.
Medio encorvada, en cuclillas, golpeaba frenéticamente la ventada del lado de afuera en un escena que vista del living resultaba tan patética como hilarante

Apenas conteniendo la risa, mitad nerviosa mitad incrédula, abrí la ventana preguntándole qué catzo hacía del lado de afuera de la ventana del living, parada como un ladrón.
Me contestó que estaba limpiando los vidrios del lado de afuera, que ella siempre lo hacía así pero que para que no se le cierre la ventana ponía un trapo en el riel para contenerlo, pero por algún motivo, se olvidó de ponerlo y sin quererlo ella misma cerró la ventana, que se trabó desde adentro y ella se quedó parada afuera...
Mary, desde hace cuánto estas allí afuera, pregunté, ..... y me dijo que desde las cinco más o menos. Eran casi las ocho.
Estuvo allí parada tres horas, sin poder entrar, haciendo señas y gritando a ver si alguien la oía y la venia a rescatar, pero nada.
No sabe señor, me decía incrédula,.... yo dale gritar y gritar, y mover las manos.... pero sabe una cosa...... LA GENTE, NO MIRA PARA ARRIBA.

1 comentario:

Pianista dijo...

Estimado Ariel, no nos conocemos personalmente pero veo que tenemos experiencias comunes y -para peor- expresiones similares.

En cuanto al arquitecto Parisio (creo que se esribe así pero no puedo garantizarlo) he escrito yo también un recuerdo similar. De hecho encontré tu página buscándolo. Tamaña impresión ver que también ante ustedes hacía su mismo show :-)

Te invito a que mires mis recuerdos sobre este episodio aquí:
http://www.juanmariasolare.com/mirar_hacia_arriba.html

Un saludo cordial

Juan Maria Solare
(http://www.JuanMariaSolare.com)
(http://www.tango.uni-bremen.de)