jueves, junio 29, 2006

Fragancia




FRAGANCIA

El es un buen tipo. Bah, en realidad no lo conozco tanto, pero entre los hombres (me refiero al “masculino”) existe ese nivel de conocimiento o relacionamiento, que no llega a ser amistad, pero que refiere una grata cordialidad, un humor compartido, cierta afinidad que no se profundiza por razones diversas.
Este es uno de esos casos.
Es, por lo demás, una relación típica de ciertos deportes, como el tenis, en el cual el relacionamiento individual, siempre termina modalizado por la competencia. Cuando uno juega a nivel social, volvés a llamar al mismo tipo para jugar, una, dos, infinidad de veces en tu vida. Así podes llegar a hacerte amigote, pero “amigo-amigo”, probablemente nunca.
A esto se le debería agregar que el club en el cual compartimos nuestros ratos, es un ámbito bastante peculiar, desprovisto de esa mística barrial que caracterizaba las tradicionales agrupaciones de principios de siglo, siendo más bien, en este caso, una especie de moderno gimnasio de lujo, repleto de modelitos fashion, señoras pasaditas de edad con retoques variados, en cuanto a cantidad, calidad y gusto y otras cosas por el estilo.
Lo que por otro lado, no está nada mal, según se mire.
Pues bien, el caso es que compartir con este muchacho un rato de tenis, sería de lo más agradable, salvo por un pequeñísimo detalle. El tipo no sólo juega muy bien, sino que es un auténtico caballero. No vas a tener con él ni una mínima discusión por una pelota dudosa o un fallo incierto. De ninguna manera. Ante todo, Fair play.
Esa actitud galante y extremadamente atildada, lo acompaña en todos los aspectos de su vida. Es particularmente prolijo en su apariencia, y en su vestir.
Se cuida mucho, y representa, menos edad de la que –presiento- tiene. Además , siempre esté acompañado. Muy bien acompañado.
Pues bien, jugar con el hombre no sería nada desagradable para mi, sino fuera por un ínfimo detalle, que uds. no se imaginarán, pero que en mi caso casi torna imposible ignorarlo.
Su perfume.
Existen ciertas fragancias que, por algún motivo que no llego a comprender, no puedo soportar, provocándome en forma casi inmediata, un tremendo dolor de cabeza y una fuerte incomodidad general.
No me pasa con los perfumes de mujer, pero sí con ciertos perfumes de hombre. Recuerdo haberle pedido encarecidamente a mi viejo, siendo yo todavía un adolescente, que dejara de usar Aramís, porque no podía soportarlo.
En este caso, este buen hombre usa algo parecido al clásico y ya demodé “Drakkar Noir”, y el efecto que produce en mí es fulminante, al punto de no poder obtener el grado de concentración necesario para jugar libremente.
Por largos meses callé la situación, por no tener cara para decírselo, y porque en definitiva, creía que era una exageración de mi parte.
Pero luego con sorpresa advertí, que no era el único, y que todo el club hablaba de lo mismo.
El extremo de la comidilla fue cuando, estando en el vestuario luego de ducharse, vi cuando se cambiaba, al abrir su armario, una ejercito de perfumes diversos.
Eligió uno, cuyo marca no pude identificar (creo que es una fragancia de Thierry Mugler), y prolijamente, científicamente, roció su cuerpo entero con el pérfido líquido, cuya aroma perforó de manera instantánea mis fosas nasales, produciendo un impacto fulminante e instantáneo en mi vórtex cerebral, noqueándome en forma fatal. El tipo se aplicó algo así como veinte toques de spray de la mortífera botellita, sin repetir y sin soplar, y yo casi sin respirar.
Allí comprendí la razón de la intensidad de la fragancia que emanaba del noble cuerpo del amigo.

A partir de allí es lógico entonces que su presencia se perciba, se preanuncie, en cada lugar del club que pase. Los pasillos, el gimnasio, el bar, el restaurant.
Todo lo abarca. Todo lo penetra. Todo lo inunda.

Sin embargo ayer pasó algo fuera de lo común. que me llamó a la reflexión.

Estaba yo saliendo de una de las canchas, cuando por detrás, ominosa, casi clandestinamente, me alcanza su perfume. Decidido a invitarlo a jugar de todas maneras, para ver si podía superar la valla psicofísica implantada por el ponzoñoso aroma, me doy vuelta para encararlo, cuando con asombro advierto que no era él.

Era ella.
Ella, que pasó frente a mi saludando amablemente, siguiendo de largo hacia su rutina en el gimnasio.
Era ella, dentro del perfume de él.

Fue entonces cuando una fuerte emoción me sacudió.
Porque ya sea por que ella usa el perfume de él, o porque la intensidad de su aroma se impregna en su piel tras la intimidad, lo cierto es que ella anda por la vida, vestida de él.
Luciendo su amor.
Ostentando su marca, diciéndole al mundo, que es suya.
que lo lleva en la piel.
de día y de noche
de fiesta, y en el gimnasio,.
Te dice, nos dice, soy suya, suya de él, de su intensidad, de su caballerosidad, de su pulcritud, de su aroma, de su amor.

Su perfume es su alma, es su corazón, es su piel, es él.
y yo soy suya
para que sepas.

Qué no daría uno, por un amor así.

martes, junio 27, 2006

Domingo de sol


DOMINGO DE SOL


Navego curioso por el asfalto
De un domingo inesperado
De una tersa mañana
Poblada de pasos perezosos.

Apenas entreveo, desde mi legañosa mirada
La vibrante intensidad del sol
Y la lenta población de las calles
Mientras me dejo llevar por la luz.

Despacio y sin querer
Llego al parque
Como al descuido
Y sin pensarlo
Entro en el Rosedal

Me sorprendo, como quien arriba
Por vez primera a una ciudad Luz
O a una verdad revelada

Veo, por tramos
Vidas nunca vistas
Vistas nunca vividas.
Camino por la grava
Gravemente
Con religioso respeto
Por un sagrado sitio
Que no me perteneciera

Y descubro
Que estoy descubriendo
Conquistando, amaneciendo
En un lugar que es ajeno
A pesar de haberlo rodeado cientos de veces.

Y conozco el puente con la pérgola
Bajo el cual tempranos amores
Ya se prometen
Y se rinden pruebas
(descubrí allí el amor?)

Y más abajo, las rosas nuevas
Rodeadas de insólitos y orientales visitantes
Que las veneran como si fueren estatuas griegas
Reservándose para siempre el momento
Digitalmente, como corresponde
(o será por este lado?)
Los caminos se entrelazan, laberínticos
Me llevan, lentamente ,
En un viaje a Sevilla, la galana
Que a Buenos Aires regala
Un patio andaluz

Donde una joven gloriosa
Ofrece a su bebe el regalo
Del verde , del sol
de la serenidad del parque
Y la generosidad de su pecho tibio

El le agradece desde su sonrisa que aún no habla
Pero que mañana será
Esa compulsiva y amorosa obsesión por
“la vieja”.

(me parece que es acá!).
Hay un lago
En realidad hay dos
Pero en el que está más acá, más cerca de la calle Casares
Los vi.

El, sentado sobre el banco de piedra sin respaldo
De frente al lago y al sol
Sus manos sobre las rodillas el torso desnudo
El vientre una enorme luna blanca
Parece un Buda criollo.

Su cráneo casi sin pelo
Su bigotito ralo
A lo Pedrito Quartucchi
Araña los ochenta, fácil
Su mirada chiquita de las ranuras negras de sus ojitos
Resistiendo la resolana

El termo reposa, como un centinela
En el suelo. Todo Lumilagro, de principio a fin,
esperando el descanso del mate
sobre la piedra del banco.

Pero ella....... ahhh, ella!
Grande, como calesita en funda
Rubia, gringa, casi seguro. Rotunda
Casi de su misma edad.
(sus arrugan son parejas)

Está de pie
Circula afanosamente en su derredor
Se inclina suavemente desde atrás
Y con infinito cuidado y ternura
Blande en su diestra una pequeña tijera.

Elige, cuidadosamente las flaquísima hebras de pelo
Que nacen en la nuca de él.
Y con extrema delicadeza y no sin pericia
va cortando milimétricamente los poquísimos pirinchos
que aún persisten,
orgullosos y negros, de tinte sencillo
que él en su infinita y eterna coquetería
aún se permite.

Lo mira desde atrás
Desde una vida, desde quién sabe cuando
Lo toca como a un cristal
Tan suave, tan delicada.

El se deja peinar, se deja cortar
No con paciencia,
Sino con la serenidad de lo eterno
(Este sí......éste es, seguro. Acá estaba!!!!!)
Con todo el sol del domingo
Para ellos solos.

Mandy

Mandy

Nos estoy seguro, pero tendríamos quince o dieciséis. Los dos.
Qué más da.
Eran los años de la adolescencia inquieta, y dorada. La de los sueños intensos, y la curiosidad virgen. La de los acercamientos lentos y pudorosos, casi sonrojados. Cuando tan sólo un tenue y delicado perfume era suficiente para arrebatar toda templanza, para dilatar las pupilas y enardecer la piel y cortar la respiración.
Tiempos de las primera fiestas con ellas. De la música disco, para el paso de moda y el relojeo previo. El tiempo para llegar, ver y ser visto.
Ver si está ella. Si llegó.
Si está sola, con la hermana, o sus amigas.
Si está con otro...
Ver si está linda...(Sí .... siempre está linda)-
El momento para acercarse e invitarla a bailar, que se prolonga por un rato, el suficiente para intercambiar las pocas palabras que el volumen de los parlantes nos deja.
Tres o cuatro palabras, dichas casi al oído. Una incomodidad calculada, casi premeditada, para poder acercare, rozar su pelo, adivinar su perfume, apenas intuir el contacto de mejillas acaloradas. Un toque apenas. El justo para saber... si está. Si quiere...
Llega el momento. Asoma Barry , y suena Mandy. Y en su vapor, se produce el milagro esperado, el primer abrazo bailado, el primer mimo musical de mi vida. El que da permiso para el dulce contacto de inocente piel, de calor tímido, de miradas entre incrédulas y maravilladas.
Son tres minutos de vuelo, de vértigo, tres minutos que pasan como un soplo, como una brisa, como un latido solo.
Como un relámpago rosado.
Tres minutos de un instante, que duraron para siempre.
Luego hubo otros lentos, y otras mejillas, y otros abrazos
Pero Mandy, y ella, fueron la primera vez.
Yo todavía me acuerdo.....
Su nombre.... me lo guardo.

Excomunión.

Palermitanos:

Duro fue el camino a recorrer anoche, cuando sudorosos y sedientos hubimos de emprender el árido sendero que nos devuelve, lentamente, al calor de nuestros hogares.
Así fue que pocos legionarios, ante la deserción de Nani, Hernán , Rolo, Pelado, -Edu, más los viajeros, Porel, Mr. President, Uru, o el auto exilado Pesca….por ejemplo….atravesamos las oscuras tenebrosidades nocturnas, en busca de algún refugio, alguna ermita, algún santuario, un “pied a terre” donde calmar la sed, donde reponer algo de sus exhaustas fuerzas. Ni siquiera contábamos con la reaseguradota presencia del Cardenal, para sofrenar tanta incuria espiritual.
La dura sentencia recayó sobre tirios y troyanos, sin mediar posibilidad de defensa o descargo. Tristán, nuestro liason officier… discurrió largos circunloquios celutelefónicos, más la decisión fue lapidaria. E inapelable. Hemos sido expatriados. Expulsados. Ex comulgados.
No hay peor castigo.
NI siquiera la hoguera es tan cruel, pues en ella se expía el alma. No. El exilio es peor.
Condenados a errar, como el holandés sin rumbo, como el judío sin nombre, como el eternauta, como Jackaroe, como Nippur de Lagash, condenado por siempre a no retornar a Ur…!!!! Como Kokito, en busca de un PIluso… que ya no está…..

Sombrío el gesto, la diezmada y melancólica escuadrilla, apenas podía repasar la anecdótica justa deportiva previa.
Siquiera el pasar, una breve mención, lacónica por demás, sobre cierta novel y blonda presencia en las huestes voleivolísticas.

Fiel a sus convicciones, y sin dejar que los traspieses que le amargaron el alma interfirieran en el cumplimiento de sus diplomáticos cometidos, El Tigre rápidamente gestionó asilo, que fue garantizado gracias a los buenos oficios de Sherman, que acogió a los torvos peregrinos.
Así refugiados en escuálida mesa Dorital, cansina la mirada, con el regusto amargo de la injusticia y la sinrazón, apuramos algunos magros bocadillos (de acelga, para ser más precisos), y alguna que otra viande rouge para reponer contenido proteico.
Comunicamos la sanción extraterritorialmente, por via de exhorto nextelefonico a un Guille autoacuartelado en oscuros aguantaderos brasuqueños.
Quien les habla, apenas pudo saborear unas pocas gotas de cierto Cabernet, con la certeza de haber sido perseguido y condenado.. por un crimen que jamás cometió.
Soñe anoche una frenética persecución en búsqueda de un siniestro personaje, que, manco él, insultaba camareros gays, sobaba sus mocos en los brazos de las señoritas, y eructaba sonoramente, mientras preguntaba si conocía el chiste del mago…!
El sueño se interrumpió cuando sonó el teléfono… desde lo más profundo de mis sombras, una voz me espetó… “le encontraré Dr. Dasso!!!!!!!”…..

El Living

El living.

Recuerdan amigos, nuestros “livings”?
Era, y sigue siendo, el nombre de moda para referirse a la sala de estar, que an algunos departamentos de los dorados 60´s acompañaban al comedor.
Yo nunca viví en un departamento demasiado grande, pero sí recuerdo que el living era un lugar resguardado de la vida cotidiana. No digo que estuviera cerrado a cal y canto, pero no pasábamos por él demasiado seguido. Era un lugar casi reservado a los mayores, a las cenas de los viernes por la noche, para las ocasiones especiales.
La casa de la abuela, por ejemplo. Una gran casona de dos pisos de Villa Urquiza. No tenía un living, sino tres, sucesivos, alineados, uno con la gran mesa de comedor, otro mas parecido a un “estar” y un tercero, cuya función jamás pude precisar.
Estuvieron siempre cerrados, incluso en las fiestas más grandes, donde se juntaba toda la familia, preferíamos la sala cotidiana, o el jardín. Con el tiempo, esos tres aposentos comenzaron a convertirse en una especie de mausoleo, a los que nadie entraba.
En la casa de mis tíos, pasaba parecido, sólo que mas sencillo, pero igual de cerrado.
Recuerdo el living de Mario. Al él sólo podía entrarse con pantuflas. Era realmente bizarro. Era un departamento que no tenía lo que hoy llamaría doble circulación. Así que, no importa a donde fueras, siempre, desde el ascensor y hasta tu destino final, habrías que discurrir ese trayecto en patines.
Hubo una época en la que también había que pasar ese calvario en su casa de fin de semana.
Más adelante, los “livings” pasaron a ocupar la función que los zaguanes tenían para nuestros padres. El lugar donde nos quedábamos, un ratito más, con nuestras novias. Mitad seguros, mitad observados.
En fin, un lugar reservado, un lugar, serio. Oscuro.
De manera tal que si por una de esas casualidades, uds.pasan por mi casa hoy, les pido no se sorprendan,
Sobre todo, si se sientan en mi sillón preferido y entre los pliegues del acolchado encuentran seis o siete autitos, tres bolitas de cristal, medio sandwich de milanesa, los álbumes de fotos desparramados en la mesa ratona, no se desanimen, sigue siendo un living. Mi living. Pero nada de eso estaría realmente completo, si no vieran pasar como un bólido enceguecido a un triciclo rojo, azul y amarillo, es mi hijo Marko, que me ha demostrado , a sus tres años y medio, que no hay mejor juguete para un niño que un living con doble circulación y piso de madera flotante, donde repetir , circuito tras circuito, las mejores maniobras que un ser humanos puede hacer sobre el material rodante, autopropulsado, en este caso.
Quien podría estar más orgullos que yo, que he podido regalarle a mi hijo, un Montecarlo en miniatura, cuatro curvones de Ascari, dos chicanas, donde mi pichón de Schumacher, Alonso o de Valentino Rossi baja tiempos, consiguiendo, vuelta a vuelta, instalar nuevos récords, en mi sonrisa.

domingo, junio 25, 2006

Sin testigos

No hubo muchos testigos.
Apenas el verde césped de san Isidro, y algún vareador medio tempranero, que a fuerza de ser mas parte de la tierra y de la verdura de la pampa que de las migrañas citadinas, sabe, a fuerza de certezas de hombre de campo, que de todos los animales de esta tierra de Dios, tan solo los humanos nos hemos quedado con la primitiva comunicación de habla.
Los animales, por mas antiguos y más resueltos,, hace millares de años que han aprendido a entenderse de otra maneras.

Se encontraron esa madrugada, y ni bien se vieron entendieron que hacía falta la charla.
Sus siluetas se recortaban sobre la escarcha brillante, y la helada mañanera hacía que parecieran bruñidos dragones suspirando fumarolas de melancolía.

Como dos viejos amigos que eran, no hicieron falta demasiados preámbulos.
- Me entere, le dijo, que cagada, no?
-Sep, le contesto, no lo puedo creer. Y el “tordo” , menos. Qué paso, cómo fue?
- Mirá, ud.s sabe como es esto. Me levantaron ayer, a las 4. No sé pa´ que mierda, cosa de argentos, vio?, como los milicos, al pedo, pero temprano.
Hacía un frío de las mil violetas, y la pista estaba helada.
A las cinco, ya estaba listo para salir, Ni el sol había asomado.
Yo pensé que ya me iban a guardar para la Polla, o par alguna cosa Grossa.
Pero no, el boludo del entrenador, me sacó como si fuera el último día de mi vida.
-Esa es la joda de la democracia, le dice el otro. No sabe apreciar a los distintos.
-No me hable de política, que se me eriza la crin, respondió nuestro héroe.
-La cosa es que a la seis y media, apareció el flaquito que me monta en los entrenamientos. Lo mire diciéndole, “flaco, no, es temprano, hace frío, no jodas”.
Pero el patrón manda. Y dice, “a la pista, como todo el mundo”. Como si me tuviera que enseñar, o tuviera miedo de malcriarme. Estos humanos son de terror. Los únicos seres capaces de malcriarse son ellos, A nosotros nos gobierna el instinto. En fin, son una raza de pelotudos, pero gobiernan el mundo. Y dicen que tienen cerebro!; lo parió, cerebro tendrán, pero alma, no le juro. La cosa es que salí a entrenar y al toque, no había hecho la milla, sentí que me taladraban la rodilla con un formón.
-Noooooo, dice el otro, Pero que pasó, se cayó?.
-No boluuuu, nada de nada, Salí del codo como siempre, tranqui y cuando encaro la recta, antes que me pegue el fustazo el forro ése, acelero, como para lograr ese efecto tan lindo de ir retrasado y ganar de atrás. A estos nabos les encanta. Debe tener que ver con alguna tara social, como esa del retrasado o el idiota que empieza a entender la vida tarde y que se rompe el orto y supera todos los obstáculos de una vida de mierda y al final, gana, dejando a tras a todos los otros. Una gansada., no?; pero como le dije, les encanta. Si uno es bueno, o es el más rápido, raja, se pone primero y gana de punta a punta, pero a estos salames, no, les gusta sufrir, son masoquistas, son.

-Lo noto medio resentido Husson, no se ponga así, el tordo y sus socios lo han tratado bien,.
-Bien, son una manga de tarados, eso es lo que son. Y ya lo dijo el filósofo filohebraicocriptoneocapitalista Cuchik,: “que les sirva de aneda, (sic), con la guita no se juega”. Ya me tenían vendido a Dubai, a los Emiratos, a Australia, 2 palos y medio embolsaban!!! y yo, un par de carreritas y a facturar 500 lucas por polvete!, qué me cuenta ….?. Pero no, había que esperar, que el tipo siguiera entrenando, que se la ganara, que fuera uno más del pueblo, que hiciera méritos, que ganara carreras para el público local, que se llevara las cucardas de la tradición rioplatense, ….. ay Dios!, no me haga elaborar….., que me dan de todo menos Prozac!
-Bueno no se ponga así, no es para tanto…El tordo lo hace por una buena causa. Elevar al Turf nacional. Sabe desde cuando no teníamos un crack como usté para el Pellegrini. El quería llevar a las familias, a la clase media a un espectáculo que es de lo más florido y tradicional de las raíces populares nacionales. Para él, la guita es lo de menos…
- No me hable! Justo a mí me tenía que tocar como dueño el Alfredo Palacios del turf! Pero si yo tenía que saberlo. Solamente un tipo así puede ser hincha de Ferro!!!!!

- No chille tanto, che. En definitiva, parece que es una lesión articular, pero que se puede operar…Muchos han vuelto, e incluso ganaron carreras.
- Si, eso parece.-
-Mírelo al Lucho Figueroa, se rompió justo antes del mundial, y ahí lo tiene, sonriente, diciendo..” hay cosas peores”, y hasta sale en un aviso del mundial abrazado a Fatiga, el perro de Francella…..
_Si, la verdad , no debiera ser tan pesimista. Al final de cuentas, esto del viaje me tenía medio preocupado.
-Por?
-Y qué se yo, eso de los países árabes, …. No se, me daba como miedito, es otra alfalfa, sabe?
-Yo tengo ancestros árabes, pero no hablo ni jota,..
-Y eso de andar trincándose a las yeguitas debajo de una burka, me da un poco de cosa, vio?

-Si, Husson, tiene razón..No hay como las yeguitas locales….. Y ya sabe quién lo opera?
-No la verdad es no tengo ni idea. Me entrego a las manos del “tordo”, el tipo entiende, me dejará en manos del mejor… no le parece…?
-Y si, hace bien, pero de todos modos le dejo un consejo
-Cual?
-Que lo atienda cualquiera, menos el Dr. Paladini!
-Por?
-Porque ése, FABRICA MORTADELA.!

Y así se fueron … esfumándose en la niebla matinal. Sólo la brisa del río los escuchó, y me trajo este diálogo al oído, en un sueño.

El 1 y el 2

El 1 y el 2.


El Uru lo contó despacio, con detalles, como hacen los uruguayos, tomándose el tiempo para todo.
Ya promediaba la comida, y habíamos dado cuenta de un par de buenos tintorros. Así, que, como cada jueves, la conversa se puso más intensa, más personal. Sobre todo, en noches como ésa, en las que no está el Pescado, que nos divierte por sí solo. Ahí es donde, a falta de Guille, sacamos a relucir nuestra mejor faceta para contar historias.

Una vuelta, dijo, mi padre, que ya falleció, estaba en Buenos Aires.
Estaba separado de mi madre, desde hacía años. Yo tendría, no se, ponéle 19 ó 20.
Y el viejo era de temer…. No paraba el loco. Y tenía unos líos con las minas fenomenales.
Y me llama , avisándose que estaba acá, en Buenos Aires y que no llegaba a tiempo a Uruguay. El, por esos días, vivía entre Montevideo y Buenos Aires, por cuestiones de laburo. Te estoy hablando de hace 20 años, más o menos.
Y me dice, mira, negro, yo estoy con problemas acá, y me voy a quedar hasta el miércoles.
Me acuerdo que era un Viernes.
También me acuerdo que en esa época mi hermano, estaba casado, y el suegro estaba muy mal, con problemas de circulación. Trombosis viste, en una gamba, y lo atendían en Buenos Aires.
Y el viejo, un poco con esa excusa, por temas de trabajo, y seguramente tendía también algún tiroteo en mente, me dice, mirá, me tenés que hacer un favor, dijo en el teléfono.
Andate hasta lo de Martita, y avisale, que yo hasta el jueves no vuelvo. Que tengo problemas con el trabajo, y que voy a estar cerca de Lucho . (Lucho era el suegro de mi hermano, el de la trombosis).

La cosa me venía bastante acomodada. Mi hermano me pidió que lo llevara a Carrasco, para tomar el vuelo a Buenos Aires, porque quería verlo al suegro. A mi me venía fenómeno, porque aprovechando que andaba en el auto de la suegra, ya tenia la mitad del camino hecho para Atlántida.
.
Me dice, no te hagas el loco, me dejás, y te vas a guardar el auto ya, no te vas a andar haciendo el loco en este auto, eh?
Vos fumá!, le dije. Y así como lo deje, salí disparado en ese mismo auto para Atlántida, Mirá si voy a andar haciendo el camino de ida y vuelta tantas veces.
Estaba escrito que esa noche, andaba con alma de cagador!

Yo a Martita no la conocía. Así que me mandé, y llegue el viernes a la noche, ponele mas o menos a la hora de cenar.
Cuando la vi, me sorprendi un poco, era bastante más joven de lo que me hubiera imaginado, y no estaba nada mal. Era cajera del supermercado, y no me llevaria mas de 5 años. Míralo al tata!
Le pase el recado del viejo, tal como lo habia pedido. La mina, no demostró emoción ninguna, muy bicha la tipa.
Es tarde, me dijo, querés cenar?.
Comimos, muy bien, y tomamos un rico vino, y charlamos
Me levante, para ayudarle con los platos, y emprender la retirada, que a esa altura, me parecía como prudente.
Te querés quedar?. No vas a andar por ahí a esta hora.
Me di vuelta, y en menos de lo que tarde en soltar la esponja con el detergente nos estábamos besando.

Me desperté con el desayuno en la cama.

Volví como si nada a Montevideo.
El jueves, ya en casa, aparece el viejo.

Me miró fijo, serio.
Y me sostuvo la mirada como solamente un padre se la puede sostener a un hijo, sin decir nada.
Se mantuvo un silencio que se cortaba con navaja.

Finalmente, y sin que se le moviera un músculo, susurró: “Sólo te digo una cosa…. En esa casa, yo, tengo el 1, y vos….. el 2.!
Y se dio media vuelta y se fue.

No nos dijo el Uru si volvió a ver a Martita.

NyC Buenos Aires


N&C Buenos Aires es un espacio dedicado a publicar relatos y poesías inspiradas y creadas por los personajes de esta Cuidad, en la que nací, crecí y vivo.

Los personajes son como debe ser todo personaje, en parte una clara versión de la realidad y en parte un cruel invención de quien relata.
Toda semejanza con la realidad es obra del mero azar, como el mismo hecho de haber nacido aqui, o de llamarme Ariel.
O de haber decidido escribir estas páginas.