martes, junio 27, 2006

Mandy

Mandy

Nos estoy seguro, pero tendríamos quince o dieciséis. Los dos.
Qué más da.
Eran los años de la adolescencia inquieta, y dorada. La de los sueños intensos, y la curiosidad virgen. La de los acercamientos lentos y pudorosos, casi sonrojados. Cuando tan sólo un tenue y delicado perfume era suficiente para arrebatar toda templanza, para dilatar las pupilas y enardecer la piel y cortar la respiración.
Tiempos de las primera fiestas con ellas. De la música disco, para el paso de moda y el relojeo previo. El tiempo para llegar, ver y ser visto.
Ver si está ella. Si llegó.
Si está sola, con la hermana, o sus amigas.
Si está con otro...
Ver si está linda...(Sí .... siempre está linda)-
El momento para acercarse e invitarla a bailar, que se prolonga por un rato, el suficiente para intercambiar las pocas palabras que el volumen de los parlantes nos deja.
Tres o cuatro palabras, dichas casi al oído. Una incomodidad calculada, casi premeditada, para poder acercare, rozar su pelo, adivinar su perfume, apenas intuir el contacto de mejillas acaloradas. Un toque apenas. El justo para saber... si está. Si quiere...
Llega el momento. Asoma Barry , y suena Mandy. Y en su vapor, se produce el milagro esperado, el primer abrazo bailado, el primer mimo musical de mi vida. El que da permiso para el dulce contacto de inocente piel, de calor tímido, de miradas entre incrédulas y maravilladas.
Son tres minutos de vuelo, de vértigo, tres minutos que pasan como un soplo, como una brisa, como un latido solo.
Como un relámpago rosado.
Tres minutos de un instante, que duraron para siempre.
Luego hubo otros lentos, y otras mejillas, y otros abrazos
Pero Mandy, y ella, fueron la primera vez.
Yo todavía me acuerdo.....
Su nombre.... me lo guardo.

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