martes, junio 27, 2006

Domingo de sol


DOMINGO DE SOL


Navego curioso por el asfalto
De un domingo inesperado
De una tersa mañana
Poblada de pasos perezosos.

Apenas entreveo, desde mi legañosa mirada
La vibrante intensidad del sol
Y la lenta población de las calles
Mientras me dejo llevar por la luz.

Despacio y sin querer
Llego al parque
Como al descuido
Y sin pensarlo
Entro en el Rosedal

Me sorprendo, como quien arriba
Por vez primera a una ciudad Luz
O a una verdad revelada

Veo, por tramos
Vidas nunca vistas
Vistas nunca vividas.
Camino por la grava
Gravemente
Con religioso respeto
Por un sagrado sitio
Que no me perteneciera

Y descubro
Que estoy descubriendo
Conquistando, amaneciendo
En un lugar que es ajeno
A pesar de haberlo rodeado cientos de veces.

Y conozco el puente con la pérgola
Bajo el cual tempranos amores
Ya se prometen
Y se rinden pruebas
(descubrí allí el amor?)

Y más abajo, las rosas nuevas
Rodeadas de insólitos y orientales visitantes
Que las veneran como si fueren estatuas griegas
Reservándose para siempre el momento
Digitalmente, como corresponde
(o será por este lado?)
Los caminos se entrelazan, laberínticos
Me llevan, lentamente ,
En un viaje a Sevilla, la galana
Que a Buenos Aires regala
Un patio andaluz

Donde una joven gloriosa
Ofrece a su bebe el regalo
Del verde , del sol
de la serenidad del parque
Y la generosidad de su pecho tibio

El le agradece desde su sonrisa que aún no habla
Pero que mañana será
Esa compulsiva y amorosa obsesión por
“la vieja”.

(me parece que es acá!).
Hay un lago
En realidad hay dos
Pero en el que está más acá, más cerca de la calle Casares
Los vi.

El, sentado sobre el banco de piedra sin respaldo
De frente al lago y al sol
Sus manos sobre las rodillas el torso desnudo
El vientre una enorme luna blanca
Parece un Buda criollo.

Su cráneo casi sin pelo
Su bigotito ralo
A lo Pedrito Quartucchi
Araña los ochenta, fácil
Su mirada chiquita de las ranuras negras de sus ojitos
Resistiendo la resolana

El termo reposa, como un centinela
En el suelo. Todo Lumilagro, de principio a fin,
esperando el descanso del mate
sobre la piedra del banco.

Pero ella....... ahhh, ella!
Grande, como calesita en funda
Rubia, gringa, casi seguro. Rotunda
Casi de su misma edad.
(sus arrugan son parejas)

Está de pie
Circula afanosamente en su derredor
Se inclina suavemente desde atrás
Y con infinito cuidado y ternura
Blande en su diestra una pequeña tijera.

Elige, cuidadosamente las flaquísima hebras de pelo
Que nacen en la nuca de él.
Y con extrema delicadeza y no sin pericia
va cortando milimétricamente los poquísimos pirinchos
que aún persisten,
orgullosos y negros, de tinte sencillo
que él en su infinita y eterna coquetería
aún se permite.

Lo mira desde atrás
Desde una vida, desde quién sabe cuando
Lo toca como a un cristal
Tan suave, tan delicada.

El se deja peinar, se deja cortar
No con paciencia,
Sino con la serenidad de lo eterno
(Este sí......éste es, seguro. Acá estaba!!!!!)
Con todo el sol del domingo
Para ellos solos.

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